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Era un hermoso día en Danville. Los pájaros cantaban, las mariposas volaban y todo parecía estar en paz.  Cielo azul, aunque en los alrededores de la ciudad había bastantes nubes…acababa o iniciaría una tormenta.

Pero “parecía”, claro. Como gotica, no suelo ver la belleza de un día como este. Ni uno más bello lo identificaría como tal, bello. Aunque ahora ni siquiera las palabras “bonito” o “bueno” podían describirlo. Sinceramente para mí no era nada de eso en aquel momento. Oficialmente era el peor día de mi vida. El peor de todos, superando cualquier otro momento horrible como…mejor no lo diré.

Acababa de cortar con mi novio, ahora ex-novio, Monty Monograma.  

Sinceramente nunca nos llevamos del todo “bien”.  Les explicare con más detalle.

Verán, Monty y yo nos conocimos de mera casualidad hace ya algunos años, cuantos en realidad no estoy segura, pero aproximo unos 4 o 5 años.

A pesar de que nuestros padres fueran parte de dos cosas completamente distintas u opuestas, el bien y el mal, eso no fue motivo de que nos atrajéramos el uno al otro.

Debo admitir que se me hacía muy apuesto, ya que él, alto y de cuerpo fornido, y ese peinado que me hacía enloquecer, bueno, se han de dar cuenta de que no se me hacía nada fácil de procesar todo este asunto. Nada fácil.

Me había enamorado de él, no lo negare, y ahora, que nos alejábamos uno del otro, me sentía, no sé, vacía. Aunque no lo suficiente como para hacer algo exagerado, oh no, mi madre me podrá decir que soy dramática, pero no lo soy. Eso me insulta.

El ni siquiera fue lo suficientemente atento para cortarme frente a frente, lo había hecho por celular, igual que aquel tipo de Johnny, por no cambiar la palabra “tipo” por una más fuerte, una que, se le acomodara mejor.

Aunque, tal vez, pensándolo con más claridad, tal vez había sido yo la que había dicho que ya no. Fuera de la manera que fuera, ya no estábamos juntos, y, solo si el destino era sumamente fuerte, nos volveríamos a re-encontrar.

No le hayo lógica ahora de estarme debatiendo conmigo misma. No era para mí, de eso estoy completamente segura. No iba a llegar a más nuestra relación, aparte de que era una tortura mantenérselo en secreto a nuestros padres, y cuando se dieron cuenta, mantenerlos calmados.

Pero me duele….si, suelo ser ambivalente, continuamente en mi interior me estoy contradiciendo, y creo que al final nunca llego a ninguna conclusión, ningún lado gana. ¿Pero no somos así todas las adolescentes, o las casi adultas?

Estaba en el departamento de papá cuando sucedió todo. Parecía sumamente irónico que, en el mismísimo lugar donde nos conocimos, allí terminásemos.

Como dije antes, hoy estaba soleado, y el techo replegable estaba bajo, dejando mi piel amarillenta expuesta la sol. Todo paso tan rápido.

Ese momento, yo lo describiría como un deja vú a la inversa….horripilante.

Apenas paso el mal rato, trote, o más bien camine deprisa hacia la puerta. Mi papá, que practicaba con su muñeco tonto, Perry el “ornituneco” (extraña fusión de ornitorrinco y muñeco) antes de que llegara su “némesis” se preocupó, lo cual, sinceramente, no es raro en él, e intento detenerme. Alcance a oírle que tenía algo que ver con un video conferencia que había tenido con uno de sus compañeros “en el crimen” o algo así.

Nunca me he interesado en su trabajo, y creo que solo me he preocupado en lo más elemental por él. Así que no puedo explicar eso último bien, ya que no estoy informada.

Salí con tanta prisa como pude. La ira me cegaba. Tome el elevador y baje enseguida.

En el primer piso vi a Perry, aunque lo pase por alto. Creo que me levanto el sombrero en señal de saludo, pero no veía a los alrededores.

Estuve caminando sin rumbo por la ciudad. Había gente contenta por todas partes, disfrutando el día.

No tenía un camino predeterminado para ir, así que camine para donde el destino (y el enojo) me llevara.

Recorrí mucho, no tuve noción de cuanto había avanzado, o que horas eran.

Sorpresivamente llegue al parque, donde me senté a pensar lo que había sucedido, y a intentar calmarme. Estaba ligeramente húmedo el ambiente, no me había dado cuenta de que había llovido fuertemente esa noche, y seguían charcos a los alrededores.

Por muy ligero que fuese el olor, no tengo duda de que me ayudo a tranquilizarme. En un principio a quien se me acercara sería capaz de morderle, o, no sé qué otra cosa. Ahora, creo que con la más mínima cosa podría echarme a llorar, pero claro, no dañaría a nadie físicamente.

Parecía que el destino estaba decidido a molestarme. Sin pensarlo, unos niños jugaban en la colina atrás del lugar en donde yo me sentaba. Creo que era futbol, o se estaban pasando la pelota con las manos.

Eran varios niños, de ambos sexos. Lograba oír sus ruidosos gritos, y no dejaban que lograra tranquilizarme, y al rato empezaron a exasperarme. Nunca creí que algo pudiera ponerme de peor humor del que estaba.

De la nada, un balón cayó sobre mi cabeza. Pero más que caer, me golpeo muy fuertemente.  Me quede estática. Eso era el colmo de los colmos.

Pero no reaccione como esperaba hacía ya un momento.

Unos niños se me acercaron muy apenados. De hecho, eran tres. Uno era pelirrojo, el otro moreno y la única niña era peliverde. Se veían sumamente avergonzados.

Estaba impresionada. El moreno no se veía muy extrovertido, pero, de cierta manera, listo. El pelirrojo demostraba estar feliz, a pesar de estar muy apenado por el incidente. La chica de pelo verde me asombro. Ese color de pelo seguro era de tinte. Nunca había visto algo así…

Me detuve un minuto… ¿nunca había visto algo así?

No. Si había visto a alguien. Ferb, un antiguo amigo de mi joven adolescencia. Era varios años menor que yo, y no lo veía desde hace mucho.

Una vez que ubique a la niña como una versión de “Ferb” identifique a los demás con otros niños. El de rojo parecía el otro “yo” de el hermanastro de Ferb, ¿Cómo se llamaba?

Y el niño de pelo negro a esa chica que iba enseguida en el avión…tenía mucho sin verlos.

Me sonrieron todos, y el pelirrojo hablo.

–Disculpe, dijo algo avergonzado.

Le di una pequeña sonrisa, y le dije “no importa”. Luego los tres se quedaron mirando mis manos.

Ou, había olvidado que tenía en mi custodia su balón. Se lo di a la niña, y ambos rieron fuertemente.

– ¡Gracias! Dijeron al unísono.

Y salieron corriendo.

Sonreí para mis adentros, simplemente ellos eran muy jóvenes y despreocupados. Por un minuto quería volver a ser una niña y no tener que cargar con trabajo y amores rotos.

Estuve allí, meditando hasta la tarde. No seguí en esa sintonía, la de la melancolía,  pues a pesar de la depresión que me apoderaba, mi estómago seguía sintiendo las necesidades básicas, como comer y beber. Aparte, el encuentro extraño con esos niños me tranquilizaba bastante.

Como si me hubieran mandado una señal de que todo estaría bien…era absurdo, digo,  ¿Cuántos niños no existían? Y ahora, creía que tres de ellos, escogidos al azar, me decían indirectamente que nada pasaría. Sobreviviría a esto y estaría más feliz…

¡Que ridículo!

Llego el momento en el que me canse de estar ahí sentada. Tenía muchísima hambre ya, así que decidí levantarme y agarrar un nuevo rumbo.

Llegue a un restaurante de comida china, el muy conocido “Better Panda”, que queda justamente enfrente del edificio de mi padre. Estaba muy lleno, pero no me importo. Me sume a la fila.

Faltaban alrededor de 3 personas a las que atender antes que yo. Ya tenía pensado que iba a pedir, y más o menos cuanto me iba a costar.

Por primera vez en ese día actuaba con la razón. Empecé a buscar entre mis bolsos mi billetera. No era posible que no la trajera.

Había solo una persona adelante. Seguía moviéndome frenéticamente entre los bolsillos, cuando me acorde.

El día anterior había ido con Lacey de compras, y llevaba mi bolso negro favorito. Ahí se quedaron mis dólares.

Y la ropa que llevaba puesta ese día estaba recién lavada, así que no había ni la menor probabilidad de que trajera sueltos unos centavitos.

Muy apenada, y con bastante hambre, me salí de la fila a buscar suerte. No tengo ni la menor idea del por qué no regrese a casa a buscar dinero.

Quizá porque en mi subconsciente me decía que ese bolso estaba en casa de mamá y no en el departamento de papá.

Volví a andar, ahora sí, más que desdichada. Nada haría que este día pudiese ser peor….o quién sabe. Tal vez me parta un rayo o algo así, aunque realmente para mí eso sería de verdad muy buena suerte, no mala.

Muy cerca estuve. A unas cuadras recorridas empezó a llover, sumamente fuerte, como el día anterior. Se me hacía un poco extraño ya que, metafóricamente, ese era mi estado.

Un poco antes había estado todo tan soleado para mí que hasta me cegaba la felicidad, o al menos, para una gótica. Y en otro abrir y cerrar de ojos, estaba abandonada en la lluvia.

Cuanto deseaba de verdad que alguien me quisiese, con un poco de apreciación estaba satisfecha.

Agh, termine empapada. El agua me caía a chorros. Parecía incluso que tenía una nube personal, que me seguía para donde iba. Tenía ya un aspecto, supongo yo, no tan presentable.

A pesar de mi semblante, creo que casi ya no llamaba la atención. O tal vez sí, pero nunca me di cuenta.

No sé ni cómo, llegue a un café, que tenía unas bancas al aire libre, y me senté ahí. Aproveche que ya solo chispeaba ligeramente. Y como había sombrillas, no me mojaba más.

Creería que ese lugar estaba al otro lado de la ciudad.  Mis piernas empezaban a reclamarme lo que había recorrido todo el día. Y mire fijamente al horizonte, perdiéndome ahí.

– ¿Vanessa? Una voz interrumpió mi silencio. En un principio creí que solo era mi imaginación, que podría estarme haciendo una broma, pero volvió a repetir la pregunta. La voz era ligeramente chillona, de un chico de unos 14 o 15 años, quien sabe. Me era ligeramente desconocida, aunque ya la había oído.

Un adolescente, de la edad que más o menos aproxime estaba parado enseguida de mí. Me miraba algo entristecido, posiblemente contagiado de mi estado. Aunque aun así irradiaba positividad. ¿Eso era posible?

Tenía una cabeza extraña, un triángulo casi perfecto, menos por la interrupción de la boca y la oreja. Su peinado era muy alborotado, y rojizo. Su mirada cambio de tristeza a compasión.  

Y vaya, su mirada sí que me recordaba al niño de pelo rojizo en el parque. Mi mente quería jugar conmigo, y si no era ella, era el destino. Si no recordara que él no tenía la cabeza triangular, hubiera dicho que el niño de la mañana era él.

– ¿Phineas? pregunte algo asombrada. Una eternidad sin a verlo visto. Ya había crecido bastante, casi de mi tamaño, tal vez. Me acorde de su nombre a la primera, sin batallar, para mi sorpresa.

–Sí, contesto riéndose un poco. –Yo no he tardado en reconocerte, mas parece que a ti te tomó una eternidad, agrego regodeándose un poco. El traía dos cafés en la mano, junto con unas galletas que parecían deliciosas.

¿Para quién las llevaría? ¿Sería ese ángel que estaba esperando, o alguien más que me volvería a hacer un desplante, alguien que, consciente o inconscientemente, me lastimaría gravemente?

–Solo un poco, has cambiado mucho, respondí a su pequeña burla.

–Si vieras a Ferb, es casi irreconocible, todos me dicen que yo voy un poquito atrasado para mi edad, me conto con una sonrisa.

Claro, como olvidar a Ferb. Un gran amigo, que sin duda alguna podría ser mi pilar en estos momentos. Un niño alto, de pelo verde y reburujado, como el de su medio hermano, que solía estar callado, y dar muy buenos consejos.

– ¿Qué tantos cambios? Pregunte curiosa yo. Tenía mucho sin verlos, pero aun así los seguía percibiendo como los niños que conocí.

–No conviene que te los cuente, no sería muy bueno describiendo, considerando que para mí seguimos siendo los mismos de siempre, es mejor que lo vieses tú misma.

Hablando del peli verde, ¿Dónde se encontraba? Juraría yo que sí, me encontrara a Phineas en cualquier lugar, Ferb estaría a su lado. Parecían inseparables.

– ¿Qué te pasa a ti? Te ves muy deprimida… dijo cambiando drásticamente de tema.

–No, nada, no me ha pasado nada, dije en tono meditabundo, sin poder esconder realmente la mucha tristeza en la que me encontraba sumida.

El me miro con cara de incredulidad. No dijo nada, en espera de que yo empezase la plática, de que yo me desahogase, o por lo menos así lo veía.

No iba a entrar tan fácilmente en mi vida personal. Claro que no. Podría conocerlo de hace varios años, pero aun así era un completo extraño para mí. Usualmente lo veía de lejos, y nunca entable una “conversación” real con el…si lo ubicaba era debido a su hermano.

Seguía observándome, de una manera intimidadora, sin perder el hilo de su paciencia. Él sabía que era cuestión de tiempo que yo me soltara contando todas y cada una de mis extrañas penas.

Intente aclararme la voz, ¿le iba, acaso, a contar todo? Solía ser más ruda en ese sentido, no dejaba que nadie influyera en mí, pero temía que se fuera. Necesitaba mucho la compañía de alguien, y si no le contestaba, podría en menos de diez segundos pararse y marcharse.

–Acabo de romper con mi novio….aunque creo que ahora le debería llamar “ex-novio”  dije mientras pequeñas lagrimas empezaban a llenar mis mejillas.

– ¿Hay más? Pregunto algo confuso

– ¿Cómo que “mas”?

–Se me hace mucho tu estado como para solo eso…

Su afirmación sonaba muy segura, aunque estaba completamente en lo incorrecto. Solo un novato, alguien sin experiencia podría decir que el separarse de su pareja no duele.

– ¿Acaso no tienes novia? Pregunte algo extrañada, e incluso insultada.  No se veía nada mal, y esa chica morena que iba en el avión con nosotros se veía sumamente interesada.

– ¿Yo? Dijo algo incrédulo.  –Oh, no, todavía no me ha llegado mi hora. Debo disfrutar mi “solterez” a lo máximo, agrego entre risitas. En el momento hubiese pensado que la mejor palabra que lo describía era fanfarrón.

–Pero vamos, que importa en qué estado civil este yo, ¿Por qué no funciono lo suyo? Ya sabes, con tu “ex”—pregunto cambiando repentinamente de tema, de nuevo. Yo diría que se estaba viendo algo oportunista.

Dude un rato, no me decidía si comentárselo o no. Sabía que con que pronunciara la primera silaba de Monty me iba a soltar llorando. Pero igual, debía soltarlo con alguien para que la pena no se quedara en mi lecho.

–Umm, bueno, veras, iniciamos nuestra relación hace algunos años, supongo que, tal vez, desde la última vez que los vi a ustedes….

Se me trabo la lengua. El aprovecho para hacer un comentario ocasional.

– ¡Eso debió haber sido hace mucho! Dijo algo admirado. Mire nerviosamente, intentando organizar las ideas en mi mente.

–Sí, teníamos ya bastante, como te darás cuenta. Nos conocimos de mera casualidad en el departamento de mi padre. Él es un demente total, construye cosas…

Brinco ligeramente de su lugar inesperadamente. Tenía un gesto de desaprobación ante lo que acababa de decir.

–Construir e inventar, ¡¿ES UNA TONTERIA?! Exclamo.

Upps, me dije en mi mente. Había olvidado que a eso Ferb y él se dedicaban, por decir de una manera. Hice una mueca.

–Los inventos de mi papa si cumplen con esa descripción…me seguía mirando raro. –Pero no por eso significa que TODAS las invenciones sean así, corregí.

Su mirada se calmó, no había duda de que lo había ofendido con eso.

–Como decía, mi papa está obsesionado con “gobernar” el área limítrofe, por medio de sus inventos, pero siempre llega ese agente secreto a detenerlo….se me hizo insignificante mencionar que era un ornitorrinco con fedora, cuyo nombre era Perry. –Esa ocasión él tuvo que interferir porque un ayudante había traicionado a papa, y la situación se salió de control.

Tome un descanso, mi boca cada vez se secaba más. Tenía todo el día sin sorber ni una gota de agua.

–Para gobernar creo que debería proponerse como alcalde las próximas elecciones, así se ahorraría tanto rodeo, propuso pacíficamente.  

–Si, por eso digo que está loco, conté con una sonrisa. Él se soltó riendo.

–Mon….mon…mon…ty, me trabe gravemente  al intentar mencionar ese nombre. El, que seguía metido en sus risas, se calmó y se puso serio.

–Bueno, él, y yo siempre habíamos mantenido una relación prohibida, que yo solía comparar con Romeo y Julieta. Como te conté, a pesar de que mi papa es completamente inofensivo, sigue siendo malo. Y es precisamente a lo que se dedica el padre de mi ex, a defender el bien…

– ¿Es el espía?

–No, el, emm, se puede decir que es el jefe de todos los espías…

—Vaya, es un puesto sumamente importante.

–Si lo es, por eso nuestros papas estaban en contra de nuestra relación, la cual se volvió algo tensa. Aunque ya sabes que a uno le gusta lo indebido.

Asintió.

– ¡Que lastima que acabase! Dijo él, pero en su cara reflejaba otra pregunta. Sé que no pudo ser capaz de preguntármela, era sobre la razón, inmediata, de porque habíamos acabado de golpe.  

Le mire de una manera que podría perturbar a cualquier persona, pero no cambio su pregunta silenciosa. ¡Era tan fácil que me ganase!

–Por una tontería…no llegamos a un acuerdo en una peleíta tonta de la otra semana, así que andábamos algo susceptibles, y el toque de queda fue cuando discutimos lo clásico esta semana: cuál de nuestros padres era mejor.

–Pues, eso de la diferencias de bandos no era tan inocente, termino siendo el broche para finalizar. Y se calló. No dijo más, se sumió en sus pensamientos.

No me importaba realmente que estuviese pensando, aunque seguramente tendría que ser relacionado conmigo. Empecé a ver al alrededor, pero mi boca me molestaba. Estaba aún más seca que el desierto del Sahara.

Sin pensar, mi vista se quedó pegada a aquellos bocadillos que traía en sus manos. Ese café, que todavía soltaba humito, seguía ligeramente caliente, y esas galletas de chispas, humm, casi se me hacía agua a la boca….no podía, ya estaba deshidratada.

No supe cuánto dudaron sus pensamientos, pues me miraba fijamente cuando volví a la tierra. También veía lo que yo observaba.

– ¿Lo quieres? Pregunto cortésmente.

Me ruborice. Se dio cuenta de que lo contemplaba como no sé qué cosa. Intente rechazarlo, me daba tanta pena, pero no pude pronunciar nada.  

Sonrió. Y con su mano empujo su charola hacia mi lado, solo dejando uno de los cafés cerca de él.

–Toma, me dijo sin problemas.

Muy tímidamente tome un sorbo del café. A pesar de casi no haber sorbido nada, me sentía reconfortada, un gozo diferente. El siguiente no fue tan corto, y el que le siguió se alargó aún más. Era como, no sé cómo describirlo.

Estire ligeramente mi mano hacia las galletas. Provocaron una sensación igual. Increíble.

Me tome un descanso de mi comida y le dije: —Ya sabes mucho sobre mí, ahora has tú la charla.

Se quedó callado.

– ¿Cómo llegaste aquí? Pregunte, sabiendo que nos quedaríamos en silencio.

– ¿Al restaurant? Bueno, estaba ayudando a mi papá en su trabajo, el vende antigüedades, pero me aburrí, así que me zafé del olor añejo con la excusa de que venía para acá a llevarle a Ferb un café…

—Ouh, no debí….

—No hay problema, tú lo necesitabas más que yo, o que él.  

Me sonrojé…de haber sabido que era para Ferb, ni me le quedo mirando. Aunque debo confesar que sí me sabía muy delicioso.  

No quería seguir con el mismo tema…el de cómo le había robado un café al único de mis amigos que nunca me había decepcionado. Dije lo primero que se me ocurrió.

–Y ¿Cómo van en el amor tus amigos? Ya sabes, los que iban en la aeronave esa vez…

No me juzguen, vamos, acabo de terminar con un romance, si se le puede decir así, ¿cómo no voy a querer saber cómo van otras personas?

—Bien, ya casi todos tienen novia, menos yo, y Ferb….Esa última palabra la dijo muy lentamente.

– ¿Enserio? ¿Y esa niña morena que iba vestida de rosa como, emm, niña?

— ¿Isabella? Ah, ella tampoco tiene novio. Viene a visitarnos casi cada día, y la mitad de esos no transcurren sin que ella empiece a quejarse de que aquel chico que le gusta no le presta atención…

—Vaya… ¿y quién es?

—No tengo ni la menor idea

Me quede un poco pensativa, intentando deducir quien con exactitud era ese chico. No la conocía bien, pero algo me decía que tenía yo misma enfrente a aquella persona. Seguramente no habían cambiado sus gustos en estos años.

Phineas en ese momento lucia sumamente extraño. En ratos parecía que andaba de “caza” pero en otros, se veía peor que inocente…. ¿podría actuar él para no hacerla sentir mal, mientras buscaba a “otras”? ¿O realmente no se le daba este tema?

– ¿Le ha dicho ella lo que siente? Pregunte, intentando intuir las verdaderas intenciones de este chico.

–Ella dice que no con exactitud, pero que es muy obvia cuando esta con él…

— ¿Y?

—Bueno, yo le he dicho que no la merece, que es muy linda y que él no tiene por qué hacerla sentir mal. Hay muchos hombres como para que el la desprecie de esa manera.

Aquí entre en jaque. Al decir la primera frase desde mi pensamiento iba ganando la teoría de matón. Pero con las palabras que uso, y la sinceridad de cómo lo dijo, la última frase me decía que el desconocía el hecho de que era el mismo.

¿Debería decirle? No sabía lo suficiente como para asegurarme de mi teoría, pero sonaba muy obvio…

–Tienes razón en eso, ¿y los demás? Había otros dos niños, aparte de Candace… ¿Cómo esta ella? No pude seguir con el tema de la niña de rosa. Me estaba metiendo demasiado.

— ¿Mi hermana? ¡Ella súper bien! En este momento presume estar comprometida, con Jeremy Johnson. Está muy feliz, creo que en estos momentos….checo su reloj. –Sí, ella debe estar eligiendo su vestido.

Eso fue muy repentino. Yo tengo un año más que ella, pero aun así se comprometió con más rapidez de la que yo pudiera imaginar. Me imagino mi cara con cara de “Owwo” y un deseo de que su relación no se desgaje más rápido que una mandarina. O, serán mis celos de que a ella si le funciono algo en lo que tenía yo tantas esperanzas.

– ¿Y los otros dos? Pregunté

–Bueno, Baljeet, el niño moreno, que llevaba un overol azul…

—No lo ubico, ¿más específico?

—El chico que se notaba que le gusta la escuela, que tiene acento hindú.

–Ah, ya.

–Sí, ya ha intentado varias veces, pero ha fracasado. Bueno, había fracasado, pues desde que se mudó una amiga a Danville no se han soltado de la mano. Mishti Patel.

–Y había uno que se veía, un poco subido de talla, y llevaba, creo, una camiseta oscura, dije forzando la memoria, había sido hace mucho.

–A Buford le va muy bien, aunque ya no lo vemos mucho. Siempre está ocupado.

–Entonces, ¿recapitulando?

–Isabella, soltera
Baljeet, noviazgo
Buford, igual
Candace, comprometida
Yo, soltero
Ferb, disponible…

Otra vez, cuando mencionaba en ratos a su hermano se me afiguraba que su voz cambiaba. No detecte si era para bien o mal, pero casi puedo asegurar que si lo hacía. Este niño era muy misterioso, no lo entendía.

Me paso el otro café, que seguía en su custodia. Ahora, sin temor, empecé a sorber tranquilamente, y a degustarlo.

–Pues, es la misma cantidad de solteros que de comprometidos, aporte, pues no sabía  que más decir, antes de regresar con mi café.

–Sí, así es, aunque creo que a los que no “nos va tan bien” no estamos mal ni afectados por eso, se rio por su reborujo de palabras. –Por lo pronto yo y Ferb nos entretenemos cada día construyendo…

Se le acabo la voz. Y me miro inseguramente, como si acabase de meter la pata. Yo seguía sin entenderlo. Pareciera que cada vez que estoy segura de sus intenciones cambia de parecer, o simplemente ninguna de mis teorías es la correcta.

 – ¿Qué construyen? Dije, tontamente. Ya sabía lo que hacían…muy superficialmente, pero quería reconocer que significaba todas esas trabas y cambios de voz.

 –Ah, bueno, cada cosa que se nos pase por la mente, es muy divertido, sonrió, cambiando completamente su faceta. Cada vez más difícil conocerlo…

Oímos un ruido, seguro un carro que paso más rápido de lo común. Yo volteé hacia la calle, y él hacia el sentido contrario.

Regrese la vista, y me fije en que miraba él.

–Vaya, solté yo, con los ojos muy abiertos

Eso que veía era algo…increíble. Ya era muy tarde, estaba atardeciendo, e iba caminando él…un chico de pelo verde, alto. Caminaba lentamente, pero su cara mostraba cierta ansiedad.

¡Como concordaba el paisaje! Era increíble. El cielo estaba cubierto de colores maravillosos, empezando con un amarillo hasta llegar al azul oscuro. Las sombras que reflejaban los edificios se veían moradas. Y mientras tanto, él…su pelo brillaba con la apenas luz que lo alcanzaba. Y esa luz también lo hacía lucir mejor. Se veía más esbelto de lo que era, o al menos eso creo.

Phineas volvió hacia mi cara, y sonrió a ver mi expresión.

–Sí, afirmo a lo que dije.

– ¿Él? Me trabe.

Él se rio por eso. No entendía porque le causaba gracia. Si estuviera intentando “conseguirme” seguro se hubiera puesto celoso, no habría actuado así…simplemente lo hubiera negado, o ignorado. O quizá, incluso elogiarse a sí mismo o criticar a Ferb. Pero no, nada.

–Sí, él es Ferb, dijo firmemente

Ferb cruzo la calle, todavía angustiado. Al acercarse más, se detuvo y se le cayó la mandíbula. Y pareció que no la podía cerrar.

Una vez que se recuperó de eso, camino con su lento y tranquilo paso, y mientras más se acercaba, mas rojo lo veía.

– ¡Hola Ferb! Saludo animosamente Phineas, sin, seguramente, notar el estado en el que llegaba su medio hermano. Ferb lo miro raro, sumamente confundido. El pelirrojo sonrió más, para luego levantarse.

Ferb ahora, que tenía la vista libre, estaba rojo, muy rojo. Creo que ahora si estaba perdiendo la cabeza. Había dos motivos probables del sonrojo…o le avergonzaba “interrumpirnos” o era los celos…ya se cual, si, me volví loca. Solo en la misma tarde, después de tronar con Monty (increíble, ya no se me dificulta pensar en el) creí que tenía dos pretendientes más.

Phineas le dio un empujoncito, como diciéndole que se sentara. Y eso hizo, apenado. No podía levantar la vista.  

–Voy a traerte tu café, dijo Phineas excusándose de irse. Después alcance a oír un “cuñada, ya tengo cuñada” entre risas.

Bribón, acababa de entender lo que intentaba. Esta teoría era la correcta, sin duda. Sí andaba “cazándome”, pero no para él. Me estaba consiguiendo para su hermano. Bueno, no era tan malo. Sinceramente, con Ferb me sentía segura, y en ese mismo instante, me sentía atraída de cierta manera hacia él.

Todo ya cuadraba.

Ferb, era muy callado. Siempre lo había sido. De hecho, su interior parecía no haber cambiado mucho…como la inocencia de Phineas. Seguían iguales.

Pero en lo físico…comparándolo con Monty. No, no hay comparación. Solo diré algo: Ferb le gana, y por mucho. Aparte, no parecía un muchacho de su edad, fácil cinco años menor que yo, parecía de la mía.

Mi ilusión de a lo lejos era incorrecta. O tal vez se debería decir, más que correcta… (Me trabo con las palabras igual que papa, ¡qué horror!).

Claro, la luz si le daba un toque dramático, pero nada de eso desaparecía cuando la luz ya no estaba a su alcance. Incluso se veía mejor de cerca.

Me miro inseguro, como si le volviera a dar pena. Eso era extraño. A él lo no consideraba así. Le mire con una sonrisa, agradeciendo que todo rastro de mi sufrimiento pasado hubiera desaparecido con la plática con Phineas. El me la regreso.

Mi físico, claro, lucia totalmente inapropiada. La horrible lluvia me arruino completo mi ropa.

No sabía de qué hablar con él, solo sabía que quería entablar una conversación. El parecía en mi misma sintonía. Así que se atrevió a hablar.

 – ¿Cómo llegaste aquí? Pregunto, incitando a empezar una conversación. Su voz….ahhh, se oía tan, tan, tan relajante. Simplemente no había voz que pensara que fuera más bella.

Umm, este tipo de pensamientos me resultaban extraños. Me agradaba su compañía, como la de nadie, y lo veía como lo máximo…nunca había mirado realmente a nadie así. Ni a Monty, ni a Johnny, ni a ninguno de esos amores platónicos que había tenido.

Apenas me daba cuenta de algo. Siempre había sentido algo raro por el chico, que por cierto ahora esa palabra no cuadraba. Creo que me gustaba un poco. ¿Qué hacía tan diferente ahora a esos años anteriores?

Ahh, claro. La diferencia de edad. Siempre lo vi como un niño. Un niño pequeño, y yo como una adulta. Esos pensamientos no dejaban correr libremente mis sentimientos. Los censuraban.

–Este, caminaba por la ciudad, tenía hambre y estaba cansada, pero no traía ni un centavo. Y, emm, aquí me encontré con tu hermano.

Asintió.

A pesar de no ser hermanos de sangre, los estilos de ellos, Phineas  y Ferb, eran más que parecidos. ¿Se debería a que eran muy unidos?

No supe si el con la mirada me pedía que le contara más, pero tome una decisión apresurada.

–Bueno, la historia completa, yo caminaba algo deprimida por la ciudad…me di cuenta de mi error. ¿Qué tan conveniente sería exponerme con él de esa manera?

Parecía dispuesto a escuchar lo que sea, como gran y noble amigo que era. Tome valentía, no lo dejaría en dudas. Con Phineas…él me obligaba con la mirada, pero con Ferb, bueno, con el deseaba ser yo, no necesitaba nada que me obligase a decirle como me sentía. Mucho cambio.

–Corté con mi novio hoy. Me sentía fatal, pero tu hermano es buen consolador.

Estaba completamente tranquilo. Parecía feliz, mucho. Después de eso empecé a parlotear con más ánimo, deje lo de la depresión aun lado. No recuerdo ni que dije, pero Ferb parecía disfrutarlo mucho.

En medio de la plática, Phineas llego, de nuevo con una charola doble. Tal vez uno es para él, pensé. Pero fue grande mi sorpresa cuando dejo todo en medio de la mesa, de tal manera que un café me correspondía a mí y el otro a su hermano.

Ferb agradeció eso, Phineas le guiño un ojo. Vaya que si son muy unidos…se ayudan hasta con estos destalles. No quiero ni imaginar lo difícil que fue para Phineas que se le ocurriese eso.  Con los detalles de la tarde, no sabía ni se le daba el romance. Pobre Isabella…

Eso me recordó algo. Antes de que Phineas se fuera, lo llame.

– ¿Si? Regreso el hacia mí.

–Gracias, le dije esbozando una sonrisa. –Oye, creo que deberías ayudar a Isabella. E intenta ser mejor en el romance, agregue, mientras me paraba rápidamente, sin moverme. Sí, me había atrevido a decírselo. Creí que nunca lo haría.

Me miro confundido y movió su cabeza en señal afirmativa. Se veía desconcertado. No me había entendido en absoluto. Y se fue, seguro, pensando a que me había referido con eso.

Me volví a sentar, y mire a Ferb. Me veía con una sonrisa, queriéndose reír del detalle. Yo no aguante y solté una carcajada.

–Hasta tú te diste cuenta. El pobre no entiende nada. Y a cada persona que se encuentra, le suelta el problema de Isabella. Quiere ayudarla, pero no sabe cómo.

El discurso más largo que había ido de su boca.

–No hay duda de eso. No se la acaba de inocencia ¿Es un problema de su “familia”? pregunte yo, calmando las risas.

– ¿de  los Flynn? Si

Y eso fue lo último que dijimos del tema. Estuvimos cambiando de tema, él agregando poco a lo que yo decía. Pero cada cosa que pronunciaba era importante.

Ya estaba algo oscuro. Nos alumbraban las luces del café, pero aun así estábamos casi a ciegas. Era lo único que me hacía sentir incomoda.

Paso otro carro a gran velocidad. Y me vislumbro con sus faroles. No me había dado cuenta de que estaba aún más oscuro de lo que yo creía. Mi reacción reflejo fue ver la hora. Ocho de la noche. Ya, ligeramente tarde. Me levante un poco aturdida.

El no tardó en darse cuenta de qué me preocupaba. También se paró, pero más relajado. Giro los ojos para ver la mesa, nerviosamente, y después se volvieron a enfocar en mí.

–Me gustaría que no acabase, dije yo. —Espero que podamos seguir en contacto.

Elevo su sonrisa, más aun. Y me dio una tarjetita. Vaya, piensa en todo, pensé yo. Pero estaba vacía.

Entonces él me paso una pluma, y empezó a dictarme su número. Creo que él pensaba que yo traía una…ni siquiera traía dinero, mucho menos una pluma.

Yo tenía tarjetas de presentación, olvidadas, pero las tenía. Estaban en un rincón de mi bolso, de donde no las había movido desde que Monty se sentó conmigo en “Steam Noir”, el café más cool de la ciudad. Cuanto deseé traerlas en estos momentos.

Le empecé a dictar el mío, complacida.

–No te olvides en llamarme, reí tontamente. El permaneció en su impasible sonrisa, mientras confirmaba que lo iba a hacer. Con la cabeza, claro.

Me despedí tímidamente, y camine hacia el apartamento de mi papá. Creo que hubo un momento en el que creía estar soñando. Las calles pasaron muy rápido, alumbrada casi siempre por las luces de los carros. No llevaba prisa, caminaba algo despacio, con mis fantasías muy presentes.

Aun después de caminar muy tranquilamente, no me tarde tanto, y avancé pacíficamente hacia el elevador. Ferb puede ser muy influyente respecto a su estado.

¡Apenas y podía creer que esta mañana salí casi corriendo de ahí, y ahora regresar como si nada!

Entre en el departamento, tenía un buen humor. Algo invadió mi mente y me puse ligeramente nerviosa. Toque instintivamente el bolsillo, no quería perder la tarjeta. Para mi alivio, ahí seguía.

Entrecerré los ojos, aliviada. Era importante, muy importante.

Estaba vacío el lugar, pero oía voces, desde lo profundo de la cocina. Eran gritos, muchos gritos y reclamos.

 – ¿Perry? Murmure, para luego corregirme que era demasiado tarde para otro desquiciado plan de mi papá.

Perry no duraba tan tarde. Seguro en la noche hacia asuntos personales, tal vez practicaba pegarle a un muñeco, así como mi papa lo hace al practicar sus monólogos, o disfrutaba de una segunda vida como la mascota de alguien. Ya sé, la segunda opción es ridícula…

No, eran voces humanas, discutiendo. Mi curiosidad aumento. ¿Mi papá tendría otra cita? No parecía irle muy bien.

– ¡PERO HEINZ! ¡¿CÓMO SE TE OCURRE DEJARLA SALIR ENOJADA?! ¡¿NO SABES COMO LOS GOTICOS ACTUAN ANTE ESTAS SITUACIONES?!

Sin duda alguna, era mamá. Estaba muy enojada con él, casi podía deducir que era por mi culpa.

–Charlene, ¿Y yo cómo iba a saber? Yo creí que estaba enojada conmigo por eso que dij...no acabo la frase. Iba a decir que con él. Ya había oído eso más temprano, y no era la primera vez.

 – ¿Hola? Pregunte, muy despacio para el tono que usaban.

– ¿Vanessa? ¿Hija? pregunto mi madre desconfiada, pero con la esperanza de que fuera yo. En eso me aparecí, frente a la vista de ellos, y fue directo a abrazarme.

– ¡Vanessa! Qué bueno que estés bien, ¿Dónde te habías metido? Dijo muy tranquilamente, de un tono bipolar en conjunto a como le había hablado a mi papá.

–Te dije que no le iba a pasar nada, reclamo mi papá, con ese acento raro que tiene. No había duda de que se sentía superior a mi madre por haberle ganado, por decir de una manera.

Mi mama no quiso comentar nada de lo que había sucedido. Antes, en mis años más adolescentes, había actuado impulsivamente con tonterías, y cada cosa que me recordase a la razón por lo que hacía bastaba para ponerme brusca o afligida.

Pero en el carro, devuelta a casa, me sorprendió sonriendo frente a la ventana, mientras contemplaba la luna llena, y las estrellas a sus alrededores.

 –Creí que había pasado algo malo, confirmo ella, deseando ahora sí que le contara. No disminuyo su sinceridad de verme contenta.

–Y si pasó, pero hubo grandes cambios también, positivos  

–Me alegro de verte feliz, sea lo que sea, debe ser mejor de lo que creo.

–Yo también creo eso. Siento como que, hubiese despertado a una horrible pesadilla

–Yo creía que tu considerabas lo máximo lo que tenías, ¿Por qué pesadilla?

–No sabía que se podía ser más feliz, sentirse uno más libre. Sin duda, acabo de cambiar de sueño, uno más alegre, uno que puede ser vitaliciamente encantador.

 –Me pregunto si será capaz de existir uno así, rio entre dientes, aunque dudando de mis palabras. Tal vez porque, a fin de cuentas, nunca le había funcionado nada bien, como a mí. Lo más que había llegado fue a la boda…para luego divorciarse.

 –Ya estoy en él, dije, soltando toda pena que traía de mi pasado. Me oí, no sé, sumamente fija en mis convicciones. Tal vez la herí. Espero que no, aunque creo que en esos momentos tal vez no lo hubiera sabido con exactitud.

 Había cambiado radicalmente mi forma de pensar, de ver las cosas, ellos lo habían hecho así. No había sentido lo que realmente era que alguien fuese un amigo real para consolarte, o alguien al que verdaderamente amase.

Y así fue como el peor de mis vidas, el que lo recordaría como lo más horrible que me pudo haber pasado se transformó en uno de esos días inolvidables, uno de esos días en él que el destino se te presenta mostrándote nuevas oportunidades, nuevas maneras de disfrutar, de jugar.

Mire de nuevo al cielo, y me deje llevar.
Ejeje, ¿que creyeron? ¿Qué iba a ver Phinessa :giggle:? :XD: Bueno, se supone que era una one-shot con ese tema...pero le cambie el final. Sis, :iconlalasweet98:, te la debia (me habias dado el reto de hacer esto) y bueno, aqui esta, y con ferbnessa para acabar (o me iban a matar todos los fans de Phinabella y de Ferbnessa :fear: iba a morir)

Disculpen el montón de paginas que me lleve, me tomo creo que dos meses hacer este escrito; y a la hora de resumirlo no supe que quitarle, asi que lo subi enterito :blush: El escrito esta inspirado en el estilo de narración de Stephenie Meyer...usualmente estoy influenciada por el ultimo buen libro que acabo de leer....¡Hasta el estilo del titulo se parece! Ok, no se me ocurrio algo mejor, perdón

Y, por otro lado, mi primer dibujo al tradicional que subo...no tenia muchas ganas ese de ia de digitalizar, asi que me arriesgue con un dibujo al tradicional, por favor tambien den su opinión al respecto de ser posible :thanks:

Phineas y Ferb, personajes, concepto, etc: :icondanpovenmire1: y :iconjeffswampy1:, y :icondisneyplz:
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criistina12's avatar
que hermosa historiaaaaaaa